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  • Tener paciencia y constancia con el cuidado de las plantas: "Quiero esto y lo quiero ya” no sirve en el huerto infantil, si quieren sembrar, tendrán que aprender a esperar a que se formen los frutos correspondientes para recolectarlos. 
  • Ser responsables: Según la edad y grado de madurez del niño, se le pueden asignar diferentes tareas, como regar, revisar las hojas por si aparece algún “bicho”, eliminar malas hierbas, o estar pendientes de si germinan las semillas. Sentirse capaces de realizar alguna tarea por sí mismos les ayuda también a potenciar la autoestima.
  • Fomenta hábitos saludables: El hecho de consumir los alimentos que ellos mismos han cuidado y cosechado, puede convertirse en un incentivo para cambiar los hábitos alimenticios, tanto del niño como de toda la familia. 
  • Promueve el trabajo en equipo y la convivencia familiar: Se pueden hacer muchas actividades en el huerto, como hacer uno con materiales reciclados, esto favorece pasar momentos en familia. Los abuelitos también pueden colaborar en estas actividades aportando ideas y su experiencia. 
  • Desarrolla la curiosidad y el interés científico: ¿De dónde salen las semillas de la lechuga? ¿Cómo se llaman esos bichitos que tiene mi planta y cómo puedo acabar con ellos? El huerto ecológico ayuda a desarrollar en los niños la capacidad de observación. En los últimos años se han creado muchos huertos escolares, que potencian el interés de los niños por las ciencias naturales.
  • Aprenden a reciclar: Existen muchas posibilidades, como hacer un huerto con vasitos de yogurt, botellas, tubitos de cartón del papel higiénico, como lo estoy haciendo, etc. Dejémosle esto a la imaginación y creatividad. 
  • Enseña a enfrentar adversidades: Puede llegar una tormenta de viento y granizo que destruya las tiernas plantitas que acabábamos de trasplantar, y les debemos enseñar a no desanimarse, volver a plantar y seguir.